LO QUE DUELE CURA

14 mayo, 2017 Como la vida misma Por: mango

A la hora de encarar dolor y/o sufrimiento, en nuestra cultura, básicamente se admiten 2 opciones. La primera consiste en minimizarlo, e incluso ignorarlo: “que va, ningún problema, yo puedo con esto y mucho más”. En el caso de los hombres con el agravante de “un hombre ni llora, ni exterioriza sus sentimientos, se hace cargo de todo”.

Al hilo de la subcultura New Age que venimos padeciendo hace ya un par de décadas, dicha opción se ha visto aderezada  con la todavía más estúpida muletilla del “piensa positivo” “hay que ver el vaso lleno para atraer energía positiva” y otras grandes Leyes Universales rebajadas al nivel de supermercado espiritual self service, abierto las 24h para mayor comodidad del cliente: lo peor de lo peor, ralea pura y dura.

Nuestra salud también está totalmente gestionada por esa inconmensurable manifestación de ignorancia: concebimos la enfermedad como algo que hay que aniquilar, un enemigo ( cuando la realidad es que SIEMPRE surge para enseñarnos algo …) que atacamos a base de anestésicos, analgésicos …etc…: lo que sea, con tal de no encarar el dolor físico o psicológico. Y del tirón, al no aceptar la divina lección que se nos envía , arruinamos nuestra salud física ingiriendo nefastos medicamentos que en el mejor de los casos atenuaran síntomas sin jamás tratar la causa real, a la par que enriquecemos criminales laboratorios farmacéuticos  ¡Rock’n roll ! Esa seria la primera opción: negar lo que hay,  eliminar el dolor ya sea físico o psíquico sin aprender nada y sin preguntarse cual es su función.

La segunda opción consiste en identificarse a tope. Se conoce bajo el apelativo de “la víctima”: nos adentramos tanto en él, hundidos hasta los cabellos, que no somos ya otra cosa que puro padecimiento …. Aquí el condimento  es la salsa “culpa de las circunstancias o de los demás”. Nosotros nunca tenemos la menor responsabilidad, y no nos queda sino apiadarnos las 24h horas de nuestro infortunio, alternando dicho estado con imprecaciones hacia el despiadado Destino (o del Karma al hilo de la estela del gran buque de la ignorancia New Age una vez más)

En resumen 2 opciones: o negar el dolor, o identificarse profundamente con él. Y yo digo ambas modalidades rozan la insanidad total, y son perfectas recetas para el desastre. Y yo digo, no se nos enseña nada que pueda resultar de utilidad en nuestras vidas, y como todo lo que realmente nos hace avanzar solo lo encontramos fuera de las sendas marcadas por una sociedad de descarnado consumo, en la cual el crecimiento y la evolución espiritual son sistemáticamente obstaculizados, o desvirtuados.

Una de esas joyas que he aprendido entre batacazos e intenso trabajo sobre mi misma es la siguiente Ley: lo que duele cura … A base de toma de Conciencia, por supuesto, que no a trago seco. Y la Conciencia, es lo último que se fomenta en nuestra sociedad, pues el sistema quiere pequeños robots obedientes que alimenten la terrorífica huida hacia delante, y no seres pensantes con Conciencia, capaces de detenerse al borde del precipicio.

Mas allá de esta 2 modalidades profundamente destructoras, existe otra manera de encarar el dolor, cualquier dolor, hasta el más desgarrador, que nos engrandece, nos hace evolucionar y sobre todo, nos hace más humanos. En una palabra, que nos cura. La receta es, observarlo, abrazarlo, y aceptarlo. Parece muy sencillo.. y no lo es. Para empezar, porque es un trabajo mucho más allá de la mente pensante, que no encaja con ningún molde racional, y para continuar, porque es del todo imposible sanar sin perdonar. Hablo de verdadero perdón… cómo nos cuesta ….

Asimilar que no somos ese dolor, que también pasará, establece una distancia, la distancia del testigo que observa, que observa con cada célula de su cuerpo, mucho más allá de una mente limitada, pues hasta en el caso de personas sumamente inteligentes, nuestras mentes son limitadas por definición, no rozan el infinito; nuestro cuerpo en cambio sì.Por duro que sea ese momento NO SOMOS este dolor, a no ser que escojamos identificarnos con él. Si en cambio lo observamos, mucho, mucho, muchísimo más.

Ahí es cuando el dolor cura: el desapego del testigo, cuando todo se derrumba a nuestro alrededor (y creerme, sé exactamente lo que esto significa) crea el espacio del cual surge una paz infinita, que proviene  del núcleo, de nuestro verdadero Yo. Si todo lo que acabáis de leer os suena a teorías chinas (New Age no ¡¡¡POFAVO POFAVO !!!)

Dejad que os dé un ejemplo bien concreto, banal y real como la vida misma: hoy he tenido un día difícil, por muchos motivos. Lo que se suele definir como un día de mierda, hablando en plata. En cambio de odiarme o flagelarme por no hacer todo lo que tenía pendiente y/o culapr X circunstancias,  me he dicho a mi misma. Darling, está claro que hoy no es tu día, pero no te preocupes que estoy a tu lado: lo que te haga falta J vamos a mimarte particularmente, vamos a aceptar estos demonios que nos asedian, y no vamos a reaccionar con odio , sino sencillamente mirándolos, cara a cara, bien de frente, con mucha presencia y si podemos hasta con compasión….  Míralos bien tranquila, todos y  cada uno de ellos, porque no tienen nada que ver con tu ser, son exteriores …míralos, son todo lo que ya no eres, siente ese dolor, no es el tuyo … tù, tù eres puro infinito  …

Al poco rato de hacerme este discurso, me ha invadido una paz bellíssima, igual de intensa o más que en mis días perfectos. A ver como os lo explico: estaba fatal pero dentro de este fatal había un núcleo que nada podía alterar, un núcleo bellíssimo que estaba siendo todavía más reforzado por ese día duro y totalmente improductivo en apariencia ….

El “fatal” no me importaba, era simplemente parte de la polaridad en la cual vivimos inmersos, no afectaba ya de la menor manera la calidad de mi ser ni mi amor hacia la vida. A veces las palabras no bastan … esta es una de ellas, sólo se reconoce si se ha practicado, sólo se entiende cuando se intenta …

Como todo, son hábitos que vamos imprimiendo en nuestro subconsciente, rutas que vamos marcando en nuestros cerebro (conocidas como sinapsis). A cada vez que lo hacemos va siendo más fácil, pues una cosa es saber lo que tenemos que hacer, y otra es lograr hacerlo. Todo empieza cuando uno escoge como va a ser su vida. Y ahora yo te pregunto

¿ Cómo vas a escoger encarar el próximo momento de dolor en tu vida ?

Me encantará me lo cuentes y me digas si te puedo ayudar de alguna manera

Disfrutad, sed felices, y recordad que lo que duele cura  ¡palabra de Yoguini ¡

Hare Aum

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *